Dime cómo estudias y te diré si apruebas
El temor a suspender, a no contar con el tiempo necesario
para preparar todo el temario o a 'quedarse en blanco' en el momento crucial
asalta y preocupa a numerosos estudiantes.
Una
angustia que no es del todo negativa ya que, dicen los psicólogos, este
hormigueo de nervios que ataca a los alumnos cuando preparan evaluaciones o
exámenes potencia las facultades intelectuales y les ayuda a mejorar el
rendimiento.
El problema surge cuando esa leve tensión da paso a la
ansiedad, y ésta termina por derrotar al estudiante.
Según indican los psicólogos, «es una cuestión de actitud».
Eso sí, actitud pero con método e hincando los codos, porque aunque las nuevas
tecnologías ayudan y facilitan algunas tareas, como el acceso a la información,
no hay fórmulas que permitan superar los exámenes sin estudiar, ni siquiera
estudiando sólo un poco.
Estudiar mucho y bien es el mejor método para que la
falta de confianza se transforme en seguridad, que es el antídoto más eficaz
para enfrentarse sin miedo a cualquier examen.
El siguiente vídeo te puede dar algunas claves para ayudarte en tu estudio:
El siguiente vídeo te puede dar algunas claves para ayudarte en tu estudio:
Aprender comprendiendo
Más allá de la edad del estudiante o de la magnitud del
examen, la primera regla de oro a interiorizar es comprender todo lo que se estudia.
Además de que en general es poco
útil, de poco sirve aprenderse todo de memoria sin entender apenas nada, porque
el pánico se puede apoderar del estudiante en el momento en el que se olvide
una palabra o una frase que haga perder sentido a un contenido aprendido de
memoria.
La información se desordenará y el alumno se mostrará incapaz de
contestar a la pregunta del examen o cometerá errores de bulto que delatarán su
desconocimiento de la materia.
Para hacernos una idea general de los contenidos, lo mejor
es realizar una lectura rápida y atenta
del tema o texto a estudiar.
A continuación, una
segunda lectura, más analítica y en la que se subrayarán las ideas y datos fundamentales.
No conviene reservar la madrugada para el estudio porque el
rendimiento es menor.
Es el momento hacer un esquema que sirva de base para hacer un
resumen del tema, y que será el que se estudiará en profundidad desarrollándolo
de forma oral o por escrito. Así, se interioriza la información lógica y visual
de la materia.
El esquema se asemeja a una fotografía de la estructura del
tema a estudiar con sus ideas principales y secundarias, mientras que el
resumen es la herramienta que permite relacionar esas ideas. Además, al
elaborarlo y estudiarlo se va uno acostumbrando a redactar los contenidos sin
olvidar ningún dato importante.
Si esta tarea se hace a lo largo de la evaluación o del
cuatrimestre, resultará más fácil y rápido asimilar y memorizar los contenidos.
Preparar
la materia
Tiempo
y planificación. Lo primero en lo que debe pensar todo estudiante cuando
comienza el curso, o en los días previos a la celebración del examen, es en
organizar la materia y fijar plazos viables para enfrentarse a ella contando
con un 'planning' diario de estudio.
Caer
en el error de dejar todo el temario para estudiarlo los días anteriores o,
incluso, para la víspera acaba pasando factura. Por eso, el tiempo es el mejor compañero de estudios, ya que permite poner
en práctica las técnicas de aprendizaje más adecuadas. Es lo que se denomina
aprender con método.
No
todo es estudiar
Además de estudiar a tope para preparar el examen, se debe
prestar atención a un par de cosas que pueden contribuir decisivamente a lograr
una buena calificación en el examen:
- Asistir a clase y prestar atención a las explicaciones del profesor es más útil que preguntar después a los compañeros que han atendido. Con ello, el estudiante no sólo será capaz de crear unos apuntes de calidad sino que también podrá detectar los puntos en los que el docente hace especial hincapié, y que son los que más posibilidades tienen de aparecer en el examen.
- Es
conveniente además interesarse por las costumbres del profesor cuando
programa un examen: su forma de calificación, lo que más valora y lo que
más penaliza, si tiende a repetir preguntas de exámenes anteriores, si se
decanta por un ejercicio en forma de test o por el tradicional...
De
día y con descansos
Para cumplir con el 'planning' diario de aprendizaje, el
estudiante debe marcarse un ritmo de
estudio suficiente y constante. Estudiar intensamente durante cinco o seis
horas un día y no volver a tocar los libros hasta dentro de una semana no es
buena estrategia.
Un buen ritmo de trabajo se logra estudiando cada jornada y, si es posible, sin esperar a la
madrugada. Los expertos así lo aconsejan, ya que el estudiante está más
despejado. Recalcan que no es conveniente estudiar por la noche. Por un lado,
se rinde menos porque nuestro organismo está acostumbrado a descansar a esas
horas. Por otro, al día siguiente el estudiante está agotado y necesitará
dormir al menos durante parte del día, por lo que el hábito de estudio se frena
y no resulta eficaz.
Cuando se organizan las sesiones de estudio, hay que tener
en cuenta los descansos, siempre necesarios. Hay especialistas que recomiendan
descansar cinco minutos por cada hora de estudio, mientras que otros proponen
que estos mini periodos de descanso se vayan acumulando a lo largo de la mañana
o de la tarde y se disfrute de ellos en un pequeño paréntesis a mitad de
sesión. Ahora bien, conviene estudiar siempre a la misma hora.
La
concentración
No se trata de permanecer horas y horas en la habitación de
estudio o biblioteca, sino de ser eficiente y aprovecharlas al máximo.
No sólo
son recomendables las pequeñas pausas para despejar la cabeza y tomar nuevas
fuerzas para las sesiones siguientes, sino que conviene reservar para después
del tiempo de estudio un poco de fuerza anímica e incluso física, en su caso,
para destinarla a una actividad agradable que ayude a la relajación y a la
desconexión.
Salir a dar un paseo, practicar deporte o charlar con los amigos
son algunas opciones válidas.
La
dieta ayuda
Una
alimentación bien planteada y planificada ayuda a que el rendimiento académico
del estudiante mejore. En época de exámenes se produce un gran desgaste físico
y psíquico que puede reducir la concentración.
La masa cerebral representa
entre un 2% y un 3% del peso corporal, pero consume hasta un 20% de la energía
que proporciona la ingesta de alimentos.
No
por ello los estudiantes deben aumentar el número de calorías en su menú, sino
cuidar que incluya los nutrientes necesarios. Las vitaminas del grupo B
-presentes sobre todo en fruta,
verduras, legumbres-, la vitamina E -en cereales y frutos secos-, y sales minerales como el potasio,
magnesio y zinc, además de los oligoelementos -litio, silicio, selenio y cromo-
deben incluirse en la dieta.
Su toma está vinculada con la capacidad de concentración, la memoria, el rendimiento
intelectual e incluso, en algunos casos, el estado de ánimo.
Para
que la dieta del estudiante contribuya a que los resultados del examen sean
mejores, hay que empezar el día con un desayuno
completo, no con un café o un vaso de leche sin acompañamiento.
Los
nutricionistas aconsejan distribuir la dieta, en época de exámenes, en cinco
tomas: desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena.
En las comidas principales
no faltarán legumbres, pescado, carne, huevos y vegetales verdes. A modo de
tentempié conviene tomar derivados lácteos, fruta, cereales y frutos secos.
Pese a que es una costumbre muy arraigada, se debe evitar el consumo excesivo
de café o bebidas con cafeína.